Vostok: enigmas bajo el hielo
Si algo parece haber obsesionado al ser humano desde siempre es lo desconocido. La Historia nos dice que, desde que se tiene constancia, nuestra especie se ha lanzado a la investigación de lo que no comprendía o no conocía. Desde el más arcaico nomadismo hasta las modernas expediciones, siempre hemos querido conocer más acerca del planeta que habitamos. Y casi siempre nos hemos llevado grandes sorpresas.
Hoy en día, sumidos en la era del progreso científico, nuestras miras parecen haberse fijado en objetivos más lejanos. La Tierra parece habérsenos quedado pequeña muy pronto y ahora es el Cosmos el que parece saciar esa innata curiosidad. Y no dejamos de mirar al cielo a sabiendas de que, en lo infinito, siempre encontraremos con qué alimentarla.
Porque parece imposible que, en pleno siglo XXI, algo se nos haya pasado por alto. Tras tantos avances tecnológicos y tanto capital invertido, ¿es posible que exista aún algún rincón en nuestro planeta desconocido, al que ni siquiera hoy en día podemos acceder? La respuesta está muy al Sur, en pleno corazón del Continente Perdido.
Para aproximarnos a los orígenes del lago Vostok, tenemos que viajar unas décadas atrás. Una vez concluida la Segunda Guerra Mundial, el Ministerio de Transporte Marítimo de la Unión Soviética coordina las que serían las primeras expediciones soviéticas a la Antártida, bajo el amparo de la PAH (Academia de las Ciencias soviética) Sirviéndose de ellas, el Gobierno soviético resuelve la construcción, en 1.957, de una base para la investigación científica en la Antártida. El enclave de la Base Vostok se considera, aún hoy en día, uno de los más inaccesibles de la Tierra: A sólo 1.300 km del Polo Sur y a más de 3.ooo m sobre el nivel del mar, las temperaturas son extremas.
En la década de los 90, mediante avanzados sistemas radar y el estudio de numerosas imágenes obtenidas por satélite, se observa que en la superficie del hielo próxima a la base se suceden una serie de llamativas rugosidades, apenas perceptibles a simple vista. Tras las primeras indagaciones, se postula que estas anomalías en el terreno se deben a que la base rusa ha sido emplazada sobre el Lago Vostok, desconocido hasta entonces.
El Vostok es el lago subglaciar más extenso descubierto hasta ahora en el continente antártico. Se estima que podría abarcar un área de unos 12.500 km2. Una placa de varios kilómetros de hielo lo separa de la superficie, privándolo además de contacto alguno con la atmósfera terrestre. Lo que hace tan especial al lago Vostok es que se cree que esta situación lleva dándose desde hace, al menos, 400.000 años. ¿Podría ser el lago Vostok una especie de ecosistema virgen, único debido al aislamiento al que ha sido sometido durante cientos de miles de años? Y, de ser así, ¿qué tipo de formas de vida podría albergar?
La comunidad científica se ha visto, desde entonces, atraída por el lago y las nuevas posibilidades que podría plantear, incluso de cara al evolucionismo. Se cree que el agua del Vostok podría ser una de las más puras del planeta, pues tiene una concentración de oxígeno varias veces superior a la habitual. Se encuentra además en estado líquido, a escasos grados bajo cero. El motivo no está demasiado claro, pero las hipótesis van desde que la propia energía geotérmica podría estar calentando las rocas inferiores del lago, evitando su congelación, hasta quienes afirman que podría deberse a la propia presión del agua.
Para algunos, la posibilidad de hallar alguna forma de vida en el Vostok no es, para nada, descabellada. De ser así, podría conseguirse información de primera mano acerca de aspectos de la vida hace miles de años. Tampoco se descarta encontrar algún tipo de resto fósil que pueda contribuir a esta labor. Del mismo modo, las opiniones divergen y otros especialistas consideran que, de encontrarse algún tipo de representación de vida en el Vostok, esta no podría ser compleja en ningún caso, pues la ausencia de una fuente de energía clara (como podría ser el Sol) la haría inviable tan a largo plazo.
El Lago Vostok vuelve a dar que hablar mucho después, ya en el año 2.001. Científicos estadounidenses del SOAR (Support Office for Aero-physichal Research) deciden sobrevolar la zona para chequear la actividad magnética que en ella podría darse. La sorpresa es mayúscula: sobre el Vostok se produce una anomalía tremenda. Michael Studinger, de la Columbia University, considera que por su magnitud no es posible que se trate de una simple alteración diaria habitual del campo magnético terrestre. Según la hipótesis que plantea, la corteza terrestre en el fondo del lago sería muy fina y, de este modo, la proximidad con el manto provocaría esa espectacular actividad magnética.
Hay quien va aún más lejos, como el profesor Thomas Gold, quien asegura que la alteración se debería a la presencia de gases procedentes del manto como el xenón, el argón, y el metano. Su hipótesis es inquietante, pues añade que una perforación en el hielo hacia el lago provocaría una tremenda explosión que liberaría dichos elementos a la atmósfera.
Diversos estudiosos, convencidos de la existencia de la civilización atlante, han llegado a afirmar que esta variación magnética estaría siendo provocada nada menos que por uno de los cristales que esta civilización habría ocultado y que habría estado utilizando como fuente principal de energía.
Otras teorías, desde el punto de vista más conspiranoico, justificarían esa anomalía magnética casi imposible: Comenzando por la presencia de ruinas metálicas de antiguas ciudades, pasando por enormes bases nazis ocultas construidas durante las expediciones que El Régimen llevó a cabo a la Atlántida, hasta algún descomunal objeto extraterrestre que habría impactado en su día en la zona y, con el paso de los años, habría sido cubierto por el hielo. Lo cual no es del todo descabellado, pues la Atlántida está considerada como uno de los lugares con mayor presencia meteorítica del planeta.
La curiosidad y el misterio parecen, pues, servidos. Desde entonces, los esfuerzos por tratar de penetrar en el hielo y acceder al lago se han venido sucediendo. A principios de 2011, Valery Lukin, responsable del equipo científico encargado de abrirse camino hacia el lago, aseguró que horadando solo unos 100 m. más alcanzarían al fin el Lago Vostok.
Y con él, quizás alguna sorpresa…
Para saber más:
Hola Rober, ¿pero si estoy subscrita! Ya me extrañaba, es que me contestas como rober y no lo haces desde aquí, y no sabía que eres tú-. Bueno, arreglado el malentendido, ya sólo queda que escribas más y que cuando me comentes lo hagas como usuario de wordpress. (A lo mejor pido demasiado)
ResponderEliminarChao y hasta pronto
Ana
Gracias por pasarte, Ana!
ResponderEliminarA veces lo hago, por no conectarme a la cuenta de wordpress, sobre todo cuando estoy en el trabajo. De ahí la confusión :P
Un abrazo y nos leemos :)
si hay construcciones en el lago porque tanto misterio y no dicen la verdad de una vez por todas .un saludo
ResponderEliminarBuenas, Francisco.
ResponderEliminarA mí personalmente me cuesta creer que exista cualquier tipo de construcción bajo el lago, aunque cosas más extrañas se han visto. En cualquier caso, y sea cual sea la causa de la famosa anomalía, este lugar parece destinado a depararnos muchas sorpresas en el futuro.
Gracias por la visita y le comentario.