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martes, 7 de julio de 2009

"Un destino inquebrantable"

····· He querido retomar el blog, tras varios meses quizás de reflexión, en los que los compromisos académicos no me han permitido demasiado tiempo para dedicar a este espacio. Quiero hacerlo con uno de los primeros relatos que recuerdo haber escrito, allá por mis catorce años. Su título: "Un destino inquebrantable"

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·····Un nuevo relámpago tiñó el cielo con un resplandor blanco, lo que permitió que la oscuridad propia de la noche se disipase en la estancia. La noche, como sucedía en muchas ocasiones, solo hacía que contribuir, junto con el mal tiempo, a acrecentar la tristeza que reinaba en aquel momento. Un anunciado estruendo se dejó oír a los pocos instantes. Era una mala noche, posiblemente la peor que ella recordaba, y no solo en cuanto a la climatología se refería.

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·····Lucía continuaba allí, en silencio, arrodillada frente a las escaleras que comunicaban con la planta superior de la enorme casa. Posiblemente hacía frío, pero ella no sentía nada: estaba tan aislada en sus pensamientos que su mente le impedía percibir cualquier tipo de estímulo. ¿Qué habría pasado en aquellas últimas seis horas? ¿La habría llamado alguien por teléfono? ¿Habría llamado alguien al timbre durante aquel último cuarto de día? No lo sabía. No lo sabía y no le importaba porque, realmente, ya prácticamente nada le importaba. Sin embargo, dada la remota situación del lugar en el que pasaba gran parte de su tiempo y en el que entonces se encontraba, dudaba que alguien hubiese requerido de su presencia. Aunque lo hubieran hecho, posiblemente no hubiesen sido recibidos. Y es que aquel era un día negro para la mujer.



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2

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·····No se había movido en dos horas. No había parado de llorar desde hacía seis. Estaba débil, se notaba físicamente frágil después de lo que había pasado, y no era de extrañar. Primero había perdido a su marido: un accidente de tráfico, había tenido la desgracia de ser el blanco de un conductor borracho. Lo había pasado mal. Había estado meses sin saber cómo superarlo. Finalmente había conseguido hacerlo aferrándose básicamente al amor que sentía por su hija Aitana, fruto de aquel matrimonio. La tenía y mediante ella había sido capaz de sobreponerse a la pérdida de su esposo.

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·····Pero ahora no la tenía a ella tampoco. También Aitana había pasado a mejor vida. Y en éste caso sólo había sido víctima de su propio descuido o de la mala suerte: un mal paso cuando se encontraba bajando las escaleras desde la segunda planta la había hecho precipitarse peldaño a peldaño hasta el piso inferior sufriendo múltiples contusiones y, posiblemente, habiéndose también desnucado. Con aquello sí que Lucía ya no podía. Habían sido dos golpes durísimos en menos de un año. Había logrado sobreponerse al primero de ellos pero, ¿A qué iba a agarrarse ahora? ¿De dónde sacaría las fuerzas para continuar? No lo sabía, y su desesperación la había conducido a recurrir a aquel libro.

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·····Se trataba de un viejo volumen, o mejor dicho, de una recopilación de anotaciones que su abuela había copiado de un libro de ritos. Cuando abrió el tomo, la mujer se llevó una sorpresa desagradable, pues no reconoció al instante aquellas extrañas letras, que posteriormente no tardó en identificar como griegas. Entonces recordó que su abuela le había enseñado griego cuando ella era aún muy joven, con la incierta excusa de que le sería muy útil en el futuro. Y el futuro se encontraba ante ella.

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3·

·····Lucía comenzó a leer, y no tardó demasiado en percatarse de que no eran palabras griegas, sino palabras pertenecientes a la gramática española escritas con los caracteres griegos. Esto hacía más rápida la comprensión de los textos, y a su vez los convertía en inaccesibles para cualquier persona que no tuviese unos mínimos conocimientos del idioma heleno. Nunca había creído en la eficacia de ningún rito, pero su desesperación la impulsó a posar su vista sobre uno titulado “Cómo resucitar el alma de un muerto” Aquellos textos tenían un formato simple. Se dividían en dos apartados, uno relativo a los materiales y preparación del rito y otro que detallaba la ejecución del mismo, de manera semejante a un libro de cocina.

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·····Había seguido al pie de la letra todos los pasos que figuraban en la, ya amarillenta por el paso de los años, página. Disponía ya de los escasos “ingredientes” imprescindibles. El cadáver de su hija yacía inerte junto a la escalera. A Lucía, la peculiar posición en la que había quedado tras el accidente le recordaba mucho a la que Aitana adoptaba habitualmente cuando dormía, solo que en aquella ocasión no se despertaría con el alba ni del día siguiente ni de ningún otro. Las lágrimas seguían recorriendo las irregulares facciones del demacrado rostro de la mujer. Nunca podría superar aquello, y le quedaba aún demasiado tiempo durante el que sufrir.

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·····Lucía comenzó a colocar las velas alrededor del cuerpo de su hija, formando un círculo perfecto. Acto seguido las encendió todas con la misma cerilla, como se indicaba en el libro. Gracias a Dios la caligrafía de su abuela era muy clara. No había ningún riesgo de cometer errores, o eso era lo que Lucía pensaba.

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4·

·····Otro relámpago iluminó la lúgubre estancia y el estruendo del nuevo trueno precedió a una impresionante granizada que confirmaba que la noche estaba muy lejos de ser apacible. Lucía sumergió sus manos con la esponja en el cuenco que había llenado con agua bendita y comenzó a pasarla esponja por el rostro de la joven. Era una suerte disponer de agua bendita. No podía comprarse, pero solía llenar un bote cada poco en la iglesia del pueblo, cuando asistía a las misas matinales. Lavó el rostro de su hija durante diez minutos como se relataba, sin dejar su llanto de lado ni un solo segundo.

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·····Cogió el alfiler con su mano derecha y traspasó con él sensiblemente el pulpejo del índice de su mano izquierda, lo suficiente como para provocar la hemorragia. Se apresuró y se aproximó al rostro de la muchacha. Separó con el índice de la mano diestra uno de los párpados hacia arriba y acercó su dedo ensangrentado hasta que una gota de sangre se alojó en el ojo de su hija. Era el último paso. Había completado el rito.

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·····Lucía se quedó a la espera de acontecimientos, arrodillada frente a Aitana. Esperó un tiempo. Le parecieron siglos, pero posiblemente la impaciencia ya había trastocado su noción del tiempo. Volvió a dejar caer su vista sobre la página que había estado consultando para comprobar si se había saltado algún paso.

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·····Fue entonces cuando reparó en aquella nota al margen de la página. Estaba escrita en rojo para que destacase, pero sin embargo a ella se le había pasado por alto. Comenzó a leer la inscripción: “debe utilizarse sangre de una virgen, en caso contrario las consecuencias pueden ser fatales”

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·····Lucía notó como su rostro se desencajaba. No podía ser. Todo aquello no podía estar pasándole. Leyó la nota una y otra vez, para terminar de creérselo. Entonces sonó el teléfono. La mujer tardó en incorporarse, pero definitivamente lo hizo. Dio la espalda al cadáver de su hija y comenzó a andar hacia la cocina secándose las lágrimas. Sin embargo, pasados unos instantes el teléfono dejo de sonar. Lucía se frenó en seco, y cuando percibió movimiento a su espalda, una fuerte opresión le atenazó el pecho. Como pudo fue dándose la vuelta lentamente. Aitana se había incorporado, pero le daba la espalda ocultando su rostro. Lucía abrió la boca y, con la voz entrecortada por el miedo, logró a duras penas pronunciar su nombre:

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1·

·····-  ¡Aitana! – La chica se dio la vuelta, casi de modo tan flemático como su madre lo había hecho con anterioridad. Cuando se encontraron frente a frente, lucía pensó por un momento que todo había salido bien a pesar de la nota en el libro. Su optimismo duró tan solo hasta que miró a su hija a los ojos. Aquella chispa, aquel extraño brillo no era suyo. Aitana abrió la boca y, con una voz que restaba mucho de asemejarse a la suya, pronunció las últimas tres palabras que Lucía alcanzó a oír:

·····-  Aitana está muerta.

3 comentarios:

  1. qwertyuiopasdfghjklñ´ç>ªººººº789456123++-*/

    woooooooooooooooooooooooooooooooooooooooouuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu


    ke



    impacto

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  2. Me suena, me suena. Lo tenía leido de antes ^^
    Voy a ver si me actualizo un poco, que tenia algo abandonado el desván. Con 14 añitos... y mira que bien escribias n_n
    Maite Zaitut.

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