"El verso"
Anna notó cómo la fría y húmeda hierba se clavaba levemente en sus rodillas. No era aquel, no obstante, un contacto doloroso sino más bien agradable quizá debido al sofocante calor que los primeros indicios de la tormenta habían traído consigo. Ella la había visto llegar. Había observado durante horas cómo algodones teñidos de negro habían ido ocupando, minuto tras minuto, cada resquicio del celeste naranja del atardecer.
Ahora la enlutada noche había extendido su velo desde un horizonte a otro como cada vez que una tarde moría. Y con él, la negrura del cielo había quedado sometida a la mística oscuridad de la noche. Todo el mundo parecía haber olvidado unas amenazantes nubes que, ahora ocultas, eran ya invisibles, pero se cernían sobre el recóndito emplazamiento que, años atrás, había sido un núcleo de población y actualmente conservaba tan sólo una escasa docena de habitantes.
Anna había estado aguardando durante horas. Cuando las primeras caricias de lluvia se posaron en sus desnudos brazos, abandonó el roble bajo el que se había refugiado y comenzó a andar. Florencio, el hombre más anciano de la aldea, sintió un escalofrío en su espina dorsal cuando observó cómo una joven ataviada completamente de negro se cruzaba en su camino y, a pesar de la desapacible noche que se avecinaba, descendía por el cerro en dirección a la iglesia. Observó que portaba una especie de mochila. Un fugaz presentimiento le asaltó pero pareció desvanecerse ante su incerteza como si la lluvia lo diluyese. Cuando regresó a su morada, trató inútilmente de conciliar el sueño durante toda la noche.
Únicamente el casi imperceptible sonido de la lluvia contra la piedra y el crecido césped parecía acompasar la escena. Anna miró nuevamente a su alrededor y sólo halló la penumbra, profunda e infinita. Pese a que había aprendido a mantener una fría compostura en cualquier situación, especialmente si se sabía observada, jamás había podido eludir sentirse ciertamente intranquila cuando comenzaba a prepararlo todo. A medida que conformaba un círculo de cirios rojos a su alrededor, su corazón parecía serenarse. Quizá simplemente necesitaba ir construyendo el ambiente en el que tan cómoda se sentía para desprenderse de sus temores. Aguzó su oído cuando el viento pareció acercarle un débil sonido similar a un susurro. Anna aguardó inmóvil hasta que un nuevo relámpago rasgó el cielo e iluminó fugazmente el lugar, lo suficiente para que pudiese cerciorarse de que estaba sola. El posterior estruendo la hizo sonreír. Siempre había adorado el tronar, desde niña recordaba haber permanecido cientos de veces frente a una ventana observando una noche tormentosa. Abandonó sus pensamientos y terminó de encender los cirios que conformaron un círculo de fuego a su alrededor. La intensidad de la lluvia había decrecido lo suficiente como para que la estabilidad de las llamas no peligrase. La joven alargó su diestra y se hizo con su mochila, negra al igual que la camiseta sin mangas y la falda larga que vestía. Rebuscó durante unos instantes y extrajo de la bolsa un grueso libro, un colgante y un vaso. Abrió el tomo por una de sus páginas centrales, carraspeó y pareció estudiar por última vez los alrededores para asegurarse de que no era observada. Segundos después, su canto se elevó por encima de cualquier sonido nocturno recitando los versos que figuraban en el grueso ejemplar. Mientras lo hacía, con su diestra, comenzó a trazar sobre la tierra húmeda las líneas que formarían el mismo símbolo que destacaba en el colgante que había sacado de la mochila y que ahora descendía a través de su frágil cuello.
Todo dio comienzo antes de lo esperado. Una nueva tromba de agua empapó en segundos la piel, los cabellos, y las ropas de Anna. Del mismo modo, apagó y esparció los cirios que con tanto empeño la muchacha había colocado. Virulentas rachas de viento se sucedían y mecían los negros cabellos de la chica, que permanecía inmóvil e inmutable. Un cielo relampagueante volvió a atraer la atención de Anna, que cuando reparó en el vaso se percató de que ya rebosaba de agua de lluvia. Entonces, situó su dedo índice sobre la superficie del líquido y, con la ayuda de un filo, realizó un rápido y certero corte en la yema del mismo, lo que provocó que el pequeño recipiente se tiñese en pocos segundos de un tono rojizo. Después, simplemente esperó en silencio.
El padre Florencio se santiguó varias veces, sin poder superar la impresión que hallar a la muchacha muerta en el centro del camposanto le había provocado. Varias lápidas habían sido destrozadas, algunas figuras dañadas, y numerosas tumbas brutalmente profanadas.
La policía, que se personó de inmediato, sólo halló en el cementerio un grueso libro, prácticamente carbonizado en su totalidad, salvo en una de las páginas en la que, curiosamente, tan sólo podía leerse un verso:
"Deshágase la creación y todo volverá a un estado de pureza indómito:
primero la oscuridad mucho antes que la luz"
chun chuuunn... chun chuuuun...
ResponderEliminarTú en plan anuncios de televisión y así eh? Dejas caer algo que pasa enla peli (relato en esta caso) y todos como locos a leerlo (por intriga y curiosidad... no por cotillear ¿eh? xD).
Voy a ver si lo leo ahora en un ratito, o sino luego.
Besitos Rudolf!
Siempre había adorado el tronar, desde niña recordaba haber permanecido cientos de veces frente a una ventana observando una noche tormentosa. <<--- Emmm... de pequeño eras niña? :P
ResponderEliminarJoe el señor tiene un sexto sentido xD
Y que es eso de: primero la oscuridad mucho antes que la luz?
Pero si para las fotocopias se usa luz tururuuu...
Y el simbolo, la estrella de 5 puntas metida en un círculo (supongo), creo que también es la estrella de David... qué significa? aparece por todas partes casi, pero no sé el significado, que simboliza y eso... supongo que un día de estos buscaré en wikipedia o algo.
Igual esta noche me paso por el cementerio tururuuu... y si no volveis a saber de mi respirar alibiados al saber que no me tendreis que guantar más... peor que os podría estar ovservando desde las tinieblas uuuu xD
Muakis (K)
Me he quedado como mmm... esperando jeje. Supongo que es lo bueno de los relatos de misterio, pero me hacen pensar más de la cuenta y eso no es bueeeno... xD
ResponderEliminarBesicos!
Desconcertante relato si señor!!!!
ResponderEliminarMe imagino que para apreciar la luz primero hay que estar sumido en la más completa oscuridad. Me ha gustado mucho la simbología que empleas y la sensación de oscuridad que rodea al relato.
Un abrazo Rober!!!!!
Gracias por comentar como siempre, Ana.
ResponderEliminar¡Abrazos!