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miércoles, 28 de septiembre de 2011

Riña de Gatos (Eduardo Mendoza)

Entresijos políticos, amoríos pasionales e imposibles, espías, mentiras, misterios, Arte… Y en el cóctel que Eduardo Mendoza ha preparado aún faltan algunos ingredientes. 

Su última novela (Riña de Gatos, 2011) es una ventana a otra época, y a otra sociedad. El catalán nos traslada nada menos que a la España de 1936, previa al estallido de la Guerra Civil. Consigue encerrarnos en el ambiente tenso e incierto que debió reinar en aquellos años.



Para ello, nos presenta a Anthony Whitelands, un especialista en arte que recibe el encargo de valorar un cuadro en España. Pese a la compleja situación política, preso del hastío de su carrera profesional, decide aceptar el encargo. Ya en España, descubrirá que la obra de arte posee un valor y una importancia muy superior a la que suponía. Fruto de su trabajo, entrará inconscientemente en contacto con figuras capitales de la Política Española de la época, como José Antonio Primo de Rivera o el mismísimo Franco. No tardará en descubrir que, tras su labor, se oculta una importante transacción que es centro de enfrentados intereses, pues cambiaría todo el panorama político. Así, día tras día, se verá enredado entre turbias conspiraciones políticas que, sazonadas con pasionales encuentros y amoríos imposibles, pondrán en peligro su cordura y, por supuesto, su vida.

Cada página está impregnada del pasado. “Riña de Gatos” parece un buen reflejo de ese período anterior a la Guerra. Mendoza ha sabido ambientar perfectamente su novela. No sólo con la aparición de personajes célebres de la época, sino con las sugerentes descripciones de los ambientes del Madrid del 36. Tan pronto un capítulo huele a café y fritanga, como otro rebosa miseria u otro nos traslada a un lujoso palacio entre Marqueses.

Y es que otra de las claves de la novela es, precisamente, esa alternancia de ambientes y de escenarios. Unos contrastes a través de los cuales Mendoza nos guía en su historia, y que quedan patentes, por ejemplo, en las relaciones más personales de Whitelands, que van desde la hija de un acaudalado Marqués, hasta una prostituta que ejerce sólo para alimentar a su hijo.


Aunque el estilo narrativo de Mendoza se hace en ocasiones algo pesado por el detallismo en  las descripciones y algún que otro tecnicismo prescindible, merece la pena sumergirse en esta historia. Nos hará comprender mejor y sentir muy cerca una de las partes más importantes de nuestra reciente Historia. También, al menos en mi caso, consigue una cosa más: aproximar al lector a algo tan difuso y subjetivo a veces como es el Arte. Y es que, desde el punto de vista de un amante y un profesional, nada se ve del mismo modo. 

2 comentarios:

  1. Esta temática, para ser sincera, no entra en mi lectura. Vine atraída a tu entrada porque ponía "gatos" =D

    Si el libro fuese más histórico y menos tirando a fantasía, y que tratase más a fondo las conspiraciones y tal... pues ya sería otra cosa.

    La verdad es que el libro está ambientado en una buena época, bastante jugosa y a la que se puede dar buen partido en un libro puramente histórico, y que sacara a relucir secretos jamás oídos...

    Llámame rara, especialita o conspiranoica, pero a mí me gustaría mas así.

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  2. Mujer, historia y conspiración tampoco le faltan al libro =) El propio "prota" es el centro de una que se va descubriendo poco a poco.

    Lo que también es raruno (que olividé reseñar en la entrada) es el final. Creo que se le podía haber dado otro más "atractivo", no desvelo más!

    Tendré que llenar de gatos el blog, que veo que atraen lectores! :P

    Un besín!

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