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jueves, 27 de enero de 2011

"El pasaje" (Justin Cronin)


“El pasaje” es la primera novela que llega a España del americano Justin Cronin. Profesor de la Universidad de Rice, ha venido compaginado su labor docente con la escritura creativa. Hasta 2010 había cosechado un notorio éxito en Estados Unidos. Tras la publicación de “El Pasaje”, novela de la que hoy nos hacemos eco, sus páginas han conseguido traspasar fronteras.
Se trata de uno de los últimos exponentes de lo que se ha dado en llamar “novela apocalíptica”, tan en boga. En “El Pasaje”, un truculento experimento militar comienza a fraguarse entre las élites políticas estadounidenses. Un grupo de científicos parecen haber descubierto en plena selva boliviana una sustancia capaz de disparar la esperanza de vida humana. Sin embargo, son escasos los miembros de esta expedición que sobreviven, y los que lo hacen portan un enigmático hantavirus.

Varios condenados a muerte son enviados a una base secreta como cobayas para determinar el comportamiento del virus. Wolgast, un agente especial, es el encargado de reclutarlos. Sin embargo, su último encargo hace que se replantee su labor: Ha de capturar a Amy, una niña abandonada por su propia madre, sin ningún tipo de cargo o lastre que le impida vivir su vida. El secretismo por parte de sus superiores y el enorme vínculo que surge entre Wolgast y Amy lo impulsan súbitamente a protegerla. Amy resulta ser una niña, cuanto menos, especial, y él intuye que algo demasiado transcendente y demasiado oscuro se avecina.
En efecto, en el complejo militar en el que el experimento secreto se lleva a cabo, un fallo de seguridad propicia que uno de los sujetos logre escapar y desencadenar el caos, liberando además a los restantes. El virus les ha dotado de una agresividad exagerada, transformándoles en monstruos, en vampiros sedientos de muerte. En esta situación de emergencia, Wolgast emprende la huida con Amy sin un destino concreto, en una carrera cuya única meta es la supervivencia. Las Cuarentenas comienzan a decretarse a lo largo de todo el país, pero el azote del virus parece ya imparable.
Así comienza el fin del mundo tal como nosotros lo conocemos, o casi. La novela da después un salto en el tiempo de unos cien años, y nos presenta a una comunidad de supervivientes que se han asentado en lo que parece un poblado fortificado. Así se protegen de los virales, las personas que han sido infectadas por el virus que acabó con El Tiempo de Antes, y que continuamente les acosan. Cronin nos muestra entonces la involución de la especie: la comunidad recurre a la caza y al ganado para tratar de subsistir, su arma más avanzada es una arcaica ballesta y el sistema que les proporciona luz y electricidad es tradicional y perecedero.
Pero la relativa calma de esta especie de “Sociedad”, asentada en principios que hoy remontaríamos a décadas o incluso siglos atrás, se ve fortuitamente interrumpida. Un día, una adolescente se planta ante las puertas de la fortificación. Es humana. Herida accidentalmente por la guardia, es trasladada al interior y atendida por Sara, la médico de la comunidad. La muchacha no tarda en recuperarse, y aunque no pronuncia palabra, asombra e intriga a la comunidad día tras día. Hasta que descubren la incoherencia: la muchacha, Amy, aparenta unos catorce años. Sin embargo, ya vivía casi un siglo atrás.
Es sólo una de las circunstancias que hacen que un grupo reducido de la comunidad abandone el poblado junto con Amy. Cronin nos hace partícipes de sus preocupaciones y de los sentimientos que afloran entre los miembros del grupo. En circunstancias límite, cuando apenas quedan resquicios del mundo que la Humanidad ha ido modelando, vuelven a aparecer los sentimientos más básicos. Los aspectos más humanos que nuestra propia evolución ha ido enterrando. Lo malo, pero también parte de lo bueno. Es uno de los mensajes que Cronin parece dejar implícito en “El pasaje”, en la travesía que llevará a Amy y a sus nuevos compañeros al lugar en el que todo comenzó, buscando respuestas.
En el fondo, “El Pasaje” es un buen thriller, dinámico y fácil de leer a pesar de sus casi mil cien páginas. La acción se empapa a ratos de lo sobrenatural de la historia y se compagina con momentos en que los protagonistas bucean en lo más profundo de sí mismos. La mezcla merece la pena.

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“El Pasaje” es sólo la primera parte de una trilogía que promete mantener la misma línea apocalíptica. Hace pocos días leía una entrevista en la que Cronin aseguraba que las trilogías eran algo así como la perfección de una historia, pues reflejaban perfectamente sus tres partes básicas: planteamiento, nudo y desenlace. Personalmente, no soy muy dado a las trilogías, ni a la temática apocalíptica, pero reconozco que “El Pasaje” me ha atrapado.
Como colofón y a modo de curiosidad, en la misma entrevista Cronin aseguraba que “El Pasaje” nacía fruto de un curioso ejercicio creativo que solía llevar a cabo junto con su hija, muy pequeña por entonces. Las novelas encierran múltiples historias, pero a veces es la historia de la propia novela la más sorprendente, y es el caso.
Ridley Scott adquiría, muy poco después de su publicación, los derechos de la novela para llevarla a la gran pantalla. Habrá que estar atentos.
 
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