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domingo, 30 de mayo de 2010

La Historia de Lisey (Stephen King)

Es “La Historia de Lisey” uno de esos libros sin duda extraños del Maestro del Terror. La propia portada ya parece aventurarlo, sobre todo tras las solapas. Uno a estas alturas ya no se fía de las sinopsis digamos “oficiales”, pero en este caso sí hay algo que comparto: Ésta es sin duda la novela más íntima, más personal de King, al menos de entre todas las que servidor ha devorado.

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Scott Landon era uno de los escritores más renombrados del panorama editorial hasta su muerte. Con ella, deja sola a su esposa, Lisey, que ahora, algunos años después de su muerte, afronta la tediosa y sobre todo difícil labor de poner cierto orden en el despacho de su difunto marido. Antiguos libros, manuscritos, revistas… y sobre todo relatos y novelas inéditas de Scott Landon se agolpan en el despacho. Y no tardan en atraer la atención de algunos editores interesados, capaces de llegar hasta ellos sea cual sea el precio a pagar.
Pero todos estos legajos atraen algo más: recuerdos. Todos los recuerdos que Lisey había conseguido ir enterrando con el paso del tiempo y que regresan ahora. Y lo hacen para transportarla hacia la traumática vida de Scott. Hacia sus miedos, sus obsesiones y hacia el extraño mundo de Boo´ya Moon en el que siempre se ha refugiado. Sólo si Lisey es capaz de acceder a él, llegará a la parte que aún desconoce del truculento pasado de su esposo.

Es esta una historia compleja, siguiendo la tendencia de las más recientes de King. Íntima, porque explora terrores personales en relación con los recuerdos, con el amor, la soledad, la locura…
Esa locura en la que King parece ir sumiendo a los personajes a medida que transcurre la trama. Como si fuesen marionetas transportadas, capítulo tras capítulo, hasta el terreno en que este autor se mueve como pez en el agua.
Sin duda, y pese a los terrores y el ambiente subversivo que en ocasiones presenta, ésta es una historia hermosa. Es algo a lo que King no nos tiene demasiado acostumbrados. No obstante, incluso en una novela bonita, demuestra pese a todo no olvidar nunca la parte más cruda de cualquier historia.
Pero por supuesto, la de Lisey no es cualquier historia.

martes, 25 de mayo de 2010

Paleta y muerte (Parte 3/3)

-7-

·······- Ayer saliste muy pronto a trabajar, ¿no? – Observó Ruth mientras devoraba un seco croissant que dificultaba notoriamente su capacidad de pronunciación. Pablo no pudo evitar sonreír, no por la propia pregunta, sino por el simple hecho de que su hija hubiese mostrado interés por entablar una conversación con él. No recordaba la última vez que lo había hecho, y pensó que quizás, después de todo, aquella mierda de la secta también tuviese su lado positivo si le servía para acercarse a su hija.

·······- Ayer teníamos muchos mendigos que apalear. Nos vimos un poco desbordados. – Replicó sin disimular una mueca triunfal, y Ruth se atragantó con la leche.

·······- Supongo que no soy la única que tiene que madrugar en esta ciudad para hacer algo que no le gusta.

·······- ¿No te gustan las clases?

·······- ¡Venga,  joder! ¿A quién le gusta ir a clase? Me quedaría todo el día pintando en vez de ir. ¿A ti te gustaba ir cuando eras joven?

·······- No. Supongo que no… - Reconoció él.

·······- Pues yo soy rara pero no tanto.

·······- ¿Y cómo va lo de la pintura? – Preguntó él, sintiendo que era la pregunta que había querido hacer desde que se habían dado los buenos días. Ella levantó la mirada de la taza de leche y clavó los ojos en los de su padre. Pablo reconoció aquella mirada, aunque fue fugaz. Era de sorpresa, pese a que Ruth tardó apenas un segundo en disfrazarla de escepticismo.

·······- Últimamente te interesas mucho por mi pintura. ¿Pretendes vivir del talento de tu hija o algo así?

·······- No. Es que lo de comentar lo magnífico que está hoy el tiempo ya se me hace repetitivo.

·······- ¡Vete a la mierda! He empezado otro nuevo ayer por la tarde. No está muy avanzado, pero si quieres puedes echarle un vistazo.

·······- Estaré encantado. Antes de irme. A ver si me inspira un poco.

·······- Pensé que comer donuts no necesitaba mucha inspiración. ¿Te preocupa algo?

·······- ¿Desde cuándo te interesas tú por mi trabajo? – Comentó él, divertido.

·······- Algo había que preguntar. Todavía me queda medio croissant, y los silencios por la mañana me deprimen.

·······- Bueno, hay cierto caso que nos trae un poco de cabeza en comisaría… - Admitió Pedro. Por supuesto, nunca le había mencionado a Ruth nada acerca de él, ni de su relación con lo que ella pintaba. Tampoco en aquella ocasión pensaba hacerlo.

·······- Tranquilo, Sherlock Holmes, tú siempre lo resuelves todo. Menos los sudokus en nivel fácil, claro. Por cierto, suena tu móvil.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Paleta y muerte (Parte 2/3)

-4-

 

·······-          No puede estar hablando en serio, comisario. – La voz del inspector Amador Sánchez al otro lado de la línea había adquirido un tono de incredulidad que llegó a molestar a Pablo.
·······-          Completamente. Lo he comprobado.
·······-          Pero puede tratarse de una coincidencia.
·······-          Me parece excesiva casualidad. Te aseguro que lo he comprobado, Sánchez. ¿Estás seguro de que encontramos el cuerpo el martes?
·······-          Por completo. Yo mismo levanté acta, lo recuerdo.
·······-          Pues, justo el día anterior, mi hija hizo un dibujo de esa puta fábrica. Justo de la zona en la que encontramos a esa chica muerta. Si es una casualidad es muy inoportuna.
·······-          Desde luego. – Convino su compañero. – Pero, ¿le ha preguntado usted por qué decidió dibujar justo esa zona? Es simplemente una fábrica abandonada, ni siquiera hay árboles, no hay nada que pueda llamar la atención.
·······-          Dice que no puede explicar por qué pinta lo que pinta. Parece que las imágenes le llegan casi como por arte de magia y ella simplemente las plasma. ¿Crees que puede ser?
·······-          Francamente, lo dudo, comisario. Creo que simplemente es una casualidad, no deberíamos darle mayor importancia.
·······-          Espero que tengas razón. Es como si mi hija recibiese una información que no sabe interpretar, quién sabe de quién o de dónde.
·······-          ¿De verdad cree usted en esas cosas?
·······-          No hasta ayer. Pero, Sánchez, no sabes lo que es llegar a casa y ver que tu hija ha dibujado justo la zona en la que has estado hace sólo unas horas examinando un cadáver. ¡Justo esa puta zona!
·······-          Relájese, comisario. Este caso nos está desquiciando a todos, pero tenemos que mantener la calma.
·······-          Después te veo, Sánchez. – Se despidió Pablo, y colgó.

martes, 11 de mayo de 2010

Paleta y muerte (Parte 1/3)

-1-
 
·······-          ¿No crees que deberíamos animarla a salir un poco más? – Comentó Pablo, mientras comenzaban a degustar el postre. Ruth ya había terminado de comer y, como siempre, se había levantado y había regresado a su habitación. A veces cerraba la puerta tras de sí, pero aquel día la mantenía abierta, por lo que podían observarla desde la cocina. Marisa levantó la cabeza. Sin duda, la observación de Pablo la había sorprendido.
·······-          ¿Y eso a qué viene ahora? Ruth es así. Lleva así desde pequeña.
·······-          Sí, pero, no sé… Me duele verla y pensar en lo que pueda llegar a convertirse.
·······-          Puede convertirse en una gran artista. Ya ves que se pasa el día pintando. ¿Has visto lo que pinta? – Preguntó Marisa, con un extraño refulgir en su mirada. Pablo sintió una punzada de culpabilidad.
·······-          No… Pero, me refiero a que me duele verla tan sola, tan callada. Ya sabes, tan metida en su mundo. ¿A ti no te pasa?
·······-          Posiblemente, en su momento. Pero me he acostumbrado.
·······-          ¿Y eso cómo se hace?
·······-          Para empezar, pasando un poco de tiempo en casa, con ella. Interesándote por lo que le interesa.
·······-          Me cuesta saber lo que le interesa si está así conmigo. – Reconoció él, mientras removía su postre helado para que se deshiciese.
·······-          Sí señor, estás hecho un padrazo. – Ironizó ella. – ¿Alguna vez has leído algo acerca de algún genio? No sé… Einstein, Lovecraft, por ejemplo.
·······-          No.
·······-          Se dice que también eran personas introspectivas, muy cerradas, sin apenas amigos. Gente demasiado dedicada a lo que dominaban. Ruth es igual. Sale cada cierto tiempo con sus amigos, para desconectar, pero la pintura es su vida. Y deberías apoyarle y darle fuerzas. Hoy en día no hay mucha gente que tenga claro qué quiere hacer de su vida. Y ella lo tiene.
·······-          Es que no creo que vaya a llegar a ninguna parte pintando.
·······-          Ese es tu problema. Tu hija se vuelca en algo hasta obsesionarse, y tú ni siquiera eres capaz de confiar en ella. – Apuntó Marisa mientras se levantaba de la mesa, se aproximaba al fregadero, y depositaba allí su plato sucio. Pablo permaneció en silencio unos minutos, pensando, y finalmente agarró su chaqueta y se dispuso a salir de casa rumbo a comisaría.

martes, 4 de mayo de 2010

Un imán de nevera para un relato

Curioso mundo el de los microrrelatos. He de recocer que nunca le había prestado una atención especial hasta esta mañana, que he recibido uno en un formato tan extraño y doméstico como un imán de nevera.


Ha sido el obsequio con que los almacenes FNAC encabezaban cada uno de sus pedidos realizados el pasado 23 de abril, día del libro. Se titula “De nuevo” y reza: “En cuanto acaba el libro y lo cierra ya lo ha olvidado por completo. De modo que observa un instante la cubierta, con curiosidad, y acto seguido busca la primera página y empieza a leerlo.”
Y es que esto de los microrrelatos debe tener su ciencia. No ha de ser fácil construir dos o tres frases para resumir al máximo una historia, o cualquier idea. Hasta ahora nunca les había logrado hallar el atractivo, porque quizá nunca me había parado a buscar la otra historia, lo que esas escasas líneas insinúan, pero no citan.
Quim Monzó, autor de “De nuevo”, explicó en su día esa “segunda historia”. Según comenta, su relato nació observando a su madre, que sufría de una enfermedad similar al Alzheimer. En más de una ocasión, tras terminar un libro, ella se quedaba como hechizada por su portada y, segundos después, buscaba de nuevo la primera página con voracidad, tal como se narra en el relato.
Siempre se ha utilizado mucho esa expresión, “leer entre líneas”. El problema es que en este caso hay pocas líneas en que escudriñar. Sin embargo, esa historia desconocida, como suele ocurrir en esto de la literatura es, si cabe, más fascinante que la que comprende el propio relato.