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martes, 13 de abril de 2010

Un truculento pasado antes del éxito

Juliet Marion Hulme llegó al mundo un 28 de octubre de finales de la década de los 30. Nació en el coqueto barrio de Blackheath, al sudeste de Londres.

Era aquella sin duda una época socialmente convulsa. Seguramente esto incidió en cierto modo en que su infancia distase bastante de ser un período feliz de su vida. Pero hubo otros factores más importantes. En primer lugar, sus padres se vieron inmersos en un complicado proceso de divorcio cuando Juliet apenas había superado la pubertad. Además, previamente, siendo tan sólo una niña, los médicos le habían dado una de las peores noticias posibles: Juliet padecía de tuberculosis. Y, por aquella época, aquél solía ser un mal caprichoso, que parecía escapar a cualquier control médico que sobre él quisiera ejercerse.
Juliet Marion Hulme se convertiría, ya en su edad adulta, en Anne Perry, a buen seguro bien conocida por cualquier interesado en la novela negra al más puro estilo Agatha Christie. Escritora con vocación más bien tardía, ha escrito hasta el momento más de 50 novelas. Casi todas ellas resultan de corte policíaco o detectivesco. También pueden encontrarse varias antologías de relatos de esta autora de temática similar.

Pero hasta ese momento en que el prolífico mecanismo se puso en marcha, se sucedió un episodio truculento en el pasado de Anne Perry: El 30 de agosto de 1954, la joven fue condenada, junto con su amiga Pauline Parker, a cinco años de prisión. La condena resultó tan leve dada la corta edad de las niñas, aunque el juicio resultó realmente intenso. No sólo por lo mediático, sino también por lo controvertido. La acusación llegó incluso a sostener el supuesto lesbianismo de las dos jóvenes, considerado ilegal en la época, como un agravante para su condena.
 
Juliet Marion Hulme, dada su grave enfermedad y lo complejo de la situación entre sus progenitores, iba a ser enviada a Sudáfrica junto con un familiar hasta que la situación se estabilizase y su salud mejorase lo suficiente como para aplicársele un tratamiento. Pauline Parker era su mejor amiga, y ambas odiaban la idea de tener que separarse. Fue así como comenzó a fraguarse su crimen. El plan era vil y desesperado, digno, precisamente, de cualquier novela: ambas asesinarían a Honora Rieper, la madre de Pauline. Se dice incluso que la idea que las muchachas compartían era robarle todo su dinero tras su muerte y, con él, huir rumbo a los Estados Unidos.


Su plan, casi maquiavélico, tomó forma el 22 de junio del propio año 1954. Honora Rieper fue asesinada en un camino apartado al que las jóvenes la habían acompañado. Fue Pauline, su propia hija, quien la golpeó con un ladrillo repetidas veces, hasta causarle la muerte. Tras su confesión, Juliet fue imputada en calidad de cómplice. Pauline y Juliet fueron condenadas a cinco años de prisión, y posteriormente liberadas bajo una única condición: que jamás volviesen a verse.
Una vez libre, Juliet emigró a los Estados Unidos, quizás como una reminiscencia del sueño que había construido junto con quien había sido su amiga de la infancia. En tierras norteamericanas, comenzó su dedicación a la literatura, adoptando el pseudónimo de Anne Perry. Posteriormente se estableció en una pequeña aldea escocesa, desde donde actualmente nos cuenta cada una de sus historias.
En recientes entrevistas publicadas, Anne Perry siempre ha eludido hablar de esta oscura parte de su pasado. Ha llegado incluso a pedir que sea olvidada por sus lectores. No son pocos los que se preguntan si la traumática experiencia que Anne afrontó tan joven puede verse plasmada en sus obras, dotándolas de un matiz de realidad casi inédito en el género. La autora, en una entrevista publicada en 1998 en el diario “El País”, parece tenerlo claro: "Escribo mirando a la vida, mis obras reflejan lo que hace la gente y lo que yo siento. Se aprende más en la vida de los errores que de los éxitos, aunque se trate de hechos muy dolorosos”
Esta suerte de mancha negra en la biografía de Anne Perry quedó incluso plasmada en la gran pantalla. Fue en 1994, en el filme “Criaturas celestiales”. En la dirección, un viejo conocido que reparó en esta historia: nada menos que Peter Jackson.

2 comentarios:

  1. Realmente a veces la realidad supera a la ficción. Este podría ser muy bien la temática de uno de los relatos de Anne Perry. Hace algún tiempo leí retazos de los comentarios que Pauline escribió en su diario y realmente son sobrecogedores por la frialdad con que describe el asesinato de su madre. Creo que a día de hoy reside en Inglaterra y está al frente de una escuela de equitación bajo el nombre de Hilary Nathan.
    Enhorabuena por la historia Rober!!!!!!!! Un abrazo amigo!!!!!

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  2. Gracias por el comentario y por la información, Ana.

    Realmente resulta a veces muy complicado conocer la situación actual de personas implicadas en estos casos. Quizá el resentimiento afloran y prefieren vivir lo más aisladas posibles de lo que un día hicieron. Pero como suele decirse nadei es capaz de huir de su pasado.

    ¡Un besazo, Ana!

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