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viernes, 5 de diciembre de 2008

El pueblo maldito de Mengollo

Mengollo, Concejo de Proaza, Asturias, 1854




El párroco del cercano pueblo de Casares salía de su casa aquella soleada mañana, sin presagiar nada de lo que iba a observar, del dantesco descubrimiento del que iba a ser partícipe.


Su ruta era similar todas las mañanas, y quizá fue eso lo que le provocó ese estremecimiento que atenazó su espalda en aquel momento: Había ascendido el cerro que se alzaba sobre Mengollo. A  aquellas tempranas horas, densas e irregulares nubes de humo solían emanar de las chimeneas de la villa, alzándose hacia el cielo y confundiéndose con las nubes.

Pero aquella mañana el cielo estaba claro. Terriblemente límpido, como dos ojos de color azul claro.


Más extrañado que realmente escamado, prosiguió su camino, recorriendo una serpenteante senda de tierra que se precipitaba en pendiente casi violenta hasta el pueblo. Antes de adentrarse en Mengollo halló el primer cadáver, y entonces sí que el temor ocupó el puesto del desconcierto dentro de su pecho.

Fue sólo el primero de los cuerpos. Se topó con veinte: Uno correspondiente a cada habitante de la aldea. Mengollo había quedado despoblado súbitamente. De la noche a la mañana su población había sido exterminada, o eso se creyó firmemente durante los primeros instantes.

Una comitiva procedente de pueblos adyacentes encabezada por un médico fue la encargada de la terrible labor de inspeccionar y velar por los cuerpos. No se determinaron signos de violencia. La hipótesis de un feroz asesinato quedaba descartada. Tras diversas cavilaciones, se atribuyó el trágico balance al consumo de pan en mal estado. No se supo determinar con exactitud la causa concreta de la reacción mortal que el alimento había provocado en quienes lo habían ingerido. El primigenio saber popular y tradicional sentenció que, a buen seguro, el agua que se había utilizado para elaborar la masa se había visto contaminada por la odiada salamandra. Segunda hipótesis precipitada, segunda afirmación incorrecta. Posteriormente, los especialistas encontraron un elemento en el agua que les desconcertó y echó por tierra todo lo anteriormente supuesto: arsénico, cuya ingesta en líquidos en cantidades superiores a los 100 mg. provoca envenenamientos de carácter grave, y que es considerado además cancerígeno.


Los cuerpos inertes fueron arrojados a una fosa común improvisada en el propio pueblo. El riesgo a una posible e inminente peste que pudiese extenderse por la comarca hizo inmediato acto de presencia. Ante el temor, las instituciones públicas pertinentes tomaron la decisión de quemar el pueblo.
Y así, el pacífico y humilde pueblo de Mengollo dejó de ser tal. Desapareció de la faz de la tierra, dejando tan sólo tres edificaciones hoy ya ruinosas que  se mantienen en el mismo enclave de antaño. Se esfumó como un mal recuerdo que, bajo el tremendo peso del tiempo, se ha querido sepultar.

Una de las únicas construcciones que resistió el incendio y fue trasladada a un pueblo cercano, como mudo testigo del horror
"Una de las únicas construcciones que resistió el incendio y fue trasladada a un pueblo cercano, como mudo testigo del horror"

NOTA: En diversas fuentes se cita Quirós como concejo en el que se ubicó el pueblo de Mengollo. También en la versión original de este artículo, pues se tomaron como referencia tales fuentes. Sin embargo, informaciones posteriores me han impulsado a situar en el concejo de Proaza, y no en Quirós, esta historia. Los actuales pueblos de Santa María y Caranga (Concejo de Proaza) comparten un puerto denominado Mengollo, en cuyos terrenos se cree se ubicaba la aldea escenario de este artículo. Quizás la única referencia, al menos en forma de nombre, que nos quede del pueblo maldito.
Considero necesario mostrar mi cordial y más sincero agradecimiento a Carlos García, quien no dudó en contactar personalmente conmigo para facilitarme toda esta nueva información, completamente desconocida para mí.  

6 comentarios:

  1. ***

    Vaia mal rollito... cualquiera va a hacer una visitina a "Mengollo" ... yo seguro que no jajaja


    El párroco tuvo que flipar viendo la escena... jesus...

    Que cosas pasan....

    Besines **Muaka**

    ***

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  2. Aiis, cada día te pareces hablando más a Iker jaja :P Es broooma petardo!

    Yo tampoco iría a Mengollo, prefiero quedarme en casita o como mucho me voy a la Cuenca del siglo XVIII jaja. Pobre cura, si soy yo me caigo redonda xDD

    Besicos ^^

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  3. La pregunta es... porqué estaban los cuerpos por ese camino repartidos? Podría haber meurto alguno en su casa o así... pero no, los 20 tirados por le camino... emmm...
    Vamos a investigarlo? :P

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  4. aAAH! xD
    Vale fayo mio xD Que ya me explicaste xDD
    Pero aun así... estaría bn ir no? Así haceis un corto allí xD
    Yo grabo y correis los 4 :P

    Tq ^^

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  5. Estremecedora historia,voy a ponerla en el tablon de anuncios de mi pueblo,en Ibias,para asi a ver si cojen miedo y los convenzo para reparar la traida de agua.Por lo demas¿de donde procedia el arsenico del agua?.

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  6. Buenas, El chapras!

    De dónde procedería el arsénico es una de las muchas preguntas sin respuesta en esta historia. Hasta donde yo sé, también se habían barajado otras posibilidades, como que el envenenamiento fuese debido a una suerte de planta venenosa abundante en la zona, o incluso a la propia Peste. Es difícil encontrar causas en estos casos porque todo parece "morir" dado un momento, de golpe y de forma inesperada.

    No obstante, no es el único caso. En la localidad de Point-Saint-Esprit, hacia mediados del siglo XX, se dio algo muy similar, aunque más espectacular, con alucinaciones entre los afectados de por medio. Se habló de posible envenenamiento del pan (por cornezuelo, si no recuerdo mal) e incluso los más conspiranoicos apuntaron a un experimento de la CIA.

    Muchísimas gracias por interesarte y comentar! ;)

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